Aunque la relacionamos con la religión, esta práctica es común en los círculos médicos para solucionar algunos problemas de salud.

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Mark Mattson es un neurocirujano que trabaja en el Instituto Nacional del Envejecimiento y ha decidido compartir los beneficios que tiene practicar el ayuno.

 

Según el experto, lo primero que hay que tener en cuenta es que el ayuno no es simplemente dejar de comer. Para realizarlo de manera adecuada y sin afectar la salud es necesario que lo practiquemos de manera intermitente para que así la ingesta general de calorías a la semana se reduzca sin crear consecuencias desfavorables.

 

La idea del ayuno es reducir la cantidad de alimentos que se consumen en una proporción de un cuarto. Es decir, dos días de la semana comerás sólo un cuarto de la cantidad regular de comida que consumes regularmente.

 

Esto no significa que comerás mal sino que equilibrarás lo que comes. Al final de cada alimento se recomienda tomar mucha agua ya que esto te aportará la energía que estás restando al eliminar tres cuartos de tu comida. El resto de los días todo se mantiene igual.

 

El ayuno puede prolongar tu esperanza de vida y además sirve para reducir la velocidad de la acumulación anormal de amiloide o la degeneración de las neuronas de dopamina, promotoras de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.

Otro de sus beneficios es que se reduce la inflamación, retrasa el padecimiento de enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento y propicia que tu cuerpo queme grasa rápidamente y por más tiempo.

 

Pero sabemos que esta práctica no es sencilla. El ayuno es un desafío que requiere mucha paciencia, control y disciplina.

 

Según Mark Mattson, la industria de los alimentos es la misma que promueve y nos hace creer que cinco comidas al día o incluso snacks entre ellas es obligatorio. Lo que él considera es que el equilibrio es mucho más importante que la cantidad.

 

Esta teoría suena bastante interesante pero, si deseas intentarla, te recomendamos visitar a un nutriólogo antes de tomar la decisión.

Crédito: brainscienceinstitute.org